Siendo administrador del Parque de la Exposición (desde 1999, Gran Parque Cultural de Lima) no dejaría pasar la ocasión de rendir allí un homenaje al escritor José María Arguedas. Sobre todo en el año de su centenario de nacimiento. Naturalmente se trataba de ponerse en la otra orilla de los homenajes oficiales y oficiosos que se le habían brindado durante todo el año pasado. Era claro que el mío debía ser un homenaje nada ceremonioso, vinculado al arte popular y con artistas populares. Hacerlo en un parque propiciaría integrar, en un contacto abierto y directo, a ese mismo ciudadano de a píe, urbano y básicamente mestizo, que frecuenta nuestro más antiguo parque. Justamente, aquel peruano omnipresente en la obra arguediana. Decidido así mi punto de partida conceptual, supe que los artistas urbano-populares, jóvenes tizeros y grafiteros, eran los más indicados para efectuar este homenaje al gran autor de “El zorro de arriba y el zorro de abajo”.
Al llegar como administrador al parque había encontrado a Raf, uno de los más respetados y creativos artistas urbano-populares de Lima. Raf visitaba cada domingo el parque de la Exposición y dibujaba magistralmente sobre el pavimento, con sus tizas y tierras de colores, casi siempre retratos (habitualmente reproducciones de cuadros religiosos) ganándose así el dinero ofrecido por aquellos visitantes que admiraban su arte, apreciando además el proceso de creación en directo. Raf, por otro lado, forma parte de una extensa red de jóvenes tizeros cuyo activismo artístico se extiende a las zonas Norte y Sur de Lima, e incluso a provincias. La mayoría de ellos además pertenece (y los que no, orbitan alrededor) de la “Casa Cultural Poco Floro” http://casapocofloro.blogspot.com/ espacio comunitario del cual, una de sus personalidades más visibles, Mónica Miros, es cercana amiga mía desde hace varios años. Este homenaje se haría en cooperación con ellos: invitaría a los tizeros a dibujar en el pavimento ilustrando las distintas etapas de la vida y obra de José María Arguedas.
¿Por qué con ellos? Porque en la ingeniería cultural se debe evitar, en la medida que sea posible, asociarse con individualidades, privilegiando más bien los acuerdos con colectivos, gremios, asociaciones, etc. Las individualidades se lucen al momento de la creación artística, pero en la etapa de organización las alianzas con grupos estructurados, facilita la división del trabajo y contribuye tanto a la gestión del proyecto como a las posibilidades de hallar fuentes de financiamiento y, además, a una comunicación social más contundente. Y, sobre todo, permite que se teja una red que fortalece la institucionalidad cultural.
Otro aspecto a trabajar fue aquel del financiamiento. Hace tiempo que estoy convencido que el trabajador cultural debe ser remunerado. Y bien remunerado. Entonces, ya que no se trataba de hacer dibujar a los chicos del colectivo sin retribución alguna, detecté los gastos que esta actividad implicaba. Afortunadamente el costo no era alto: se dividía entre el material (las tizas) y el trabajo artístico propiamente. Al gozar de caja chica, las disposiciones me permitían solventar el material (tizas y tierras de colores) para todos los artistas. En cuanto a la remuneración del artista, recurrí como partenaire a Organizaciones juveniles de la Municipalidad de Lima, que incluye en sus objetivos e intereses este tipo de actividades. Mejor, imposible.
Quedaba únicamente elegir el lugar en donde se desarrollaría este homenaje. Uno de los puntos clave en la ingeniería cultural tiene que ver con la justa y pertinente elección del espacio donde las acciones o animaciones culturales se programan. A lo largo de todos estos años en el espacio cultural, he visto magníficos proyectos fracasar al ser realizados en un lugar poco idóneo. Ojo, no tiene que ver con la buena o mala infraestructura o con el nivel socio-económico del público que frecuenta tal o cual espacio (lo que los publicistas llaman target). Tiene que ver con el origen, necesidades, alcances y objetivos que la actividad se plantea. Para decirlo más claramente, el proyecto establece desde el primer momento las características del espacio que necesita. Luego, este espacio debe hallarse. Hacerlo alrededor de la Pileta China se impuso naturalmente. No solo porque había doce cuadrados simétricos alrededor de ella donde intervendrían sendos artistas (una “capilla Sixtina a escala del ciudadano común”, como me gustaba definir el asunto) y su forma radial permitía una gran libertad de circulación, sino porque justamente ese monumento histórico (obsequiado al Perú por la colectividad china en 1921) representa el ideal de una nación en la que sus integrantes se sientan unidos de manera cristalina. Exactamente el anhelo que guió la vida y obra de Arguedas.
El rítmico final con hip hop fue absolutamente improvisado. Ver a decenas de niños tomando las tizas y participando espontáneamente del homenaje a Arguedas, fue la mayor satisfacción. Los dibujos con tiza quedaron allí por varias semanas para agrado de los visitantes. Ojalá esta actividad pueda ser replicada en otros parques zonales. (A.V.)
Bien Vanini, ya era hora! muy paja el video, siguen los dibujos ahi? estaria bueno pa'ir a ver. suerte. Luís
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