Guerrilla
mental
Dalmacia, gigante Dalmacia *
Nuestro país es
siempre ingrato con sus mejores y más talentosos hijos. El poeta Vallejo,
enfermo, suplicando desde el inclemente invierno parisino un pasaje en barco
para regresar al Perú, el poeta Eguren caminando diariamente, en tiempos de la
llamada “patria nueva”, los cerca de 10 kilómetros , ida y
vuelta, que hay de Barranco a Lima, porque su miserable sueldo no alcanzaba
para el tranvía; en épocas más recientes, Martín Adán, cuyas primeras ediciones
se venden hoy por cifras enormes, agonizando en un hospicio; Víctor Humareda,
cuyos óleos adornan las oficinas de un par de empresarios mineros, viviendo sus
últimos años en un hotel mugriento, Javier Heraud, asesinado por la policía a
pesar de estar indefenso y desarmado en medio de un río, Calvo sordo, Romualdo
pobrísimo. Y la lista podría seguir, doliente y desconsolada. Mal síntoma que
nuestro patriotismo se apoye hoy en un plato de comida y no en seres humanos,
los creadores, proveedores del alimento del espíritu que tanta falta nos hace
tras largos años de odio y muerte.
Una nueva
versión de ese viejo desprecio se ha dado con una de nuestras escritoras vivas
más valiosas: la poeta Dalmacia Ruiz Rosas. El incidente es en verdad trivial:
leyendo sus poemas en un local barranquino que funge de “subte”, un sujeto
ebrio interrumpía la lectura, lo que provocó la furiosa y compresible reacción
de Dalmacia. Tras un breve altercado, el sujeto es expulsado. Todo ello no
hubiera sido más que la anécdota de un evento torpemente organizado en el lugar
incorrecto. Pero ha sido la repercusión morbosa, la tergiversación burda por
parte de los medios de la derecha ignorante y el escandaloso silencio de muchos
y muchas que se autodefinen “del medio cultural” lo que nos duele e indigna a
muchos. Pero ¿quién es Dalmacia Ruiz Rosas?
Me remonto al
primer recuerdo que tengo de ella: elegantísima, imponente desde su metro 78 de
estatura, pero cálida a la vez, con una voz potente que, lo supe luego, le
venía de su madre, la extraordinaria actriz Dalmacia Salmohod. Dalmacia leía
poemas en un salón de la Universidad de San Marcos hacia 1985-86 y yo, como
todos aquellos que no llegábamos a los 20 años en esos turbulentos tiempos, nos
sentíamos hechizados por una mujer que hablaba de cosas de la calle, de cosas
que bullían alrededor nuestro cotidianamente: la música, el amor (el desamor, y
otra vez el amor), la aventura, la violencia, la yerba, el sonido y la furia, el sosiego y la
lucha. Dalmacia no es una poeta recién surgida, Dalmacia formó parte de Hora
Zero, de La sagrada familia (1970s), y compañera de ruta del grupo Kloaka
(1980s); luego siguió un camino en solitario, con una poesía cada vez más
precisa, más densa, pero siempre ligada a lo cotidiano, a la vida real que se
vive en esta calles y no en parnasos imaginarios. A menudo reducida por el canon
machista a la condición subalterna de “musa”, Dalmacia ha sabido hacer oír su
voz propia (en cuatro libros publicados), en medio de grupos de fuerte
presencia masculina. De otro lado, recuerdo a Dalmacia en otra faceta no menos
importante: co-dirigiendo con Piero Bustos un programa de radio, cronista visual de toda la contracultura limeña desde 1980 hasta
los años 2000, siempre con
una cámara fotográfica en mano, registrando recitales y conciertos de rock desde inicios de la década de 1980. ¡Qué
archivo impresionante preservamos gracias a la presencia activa y constante de
Dalmacia Ruiz Rosas, dueña de un capital cultural que le viene de cuna (es hija
del pintor Alfredo Ruiz Rosas), educada en los mejores colegios y cuyo hogar es
un verdadero museo de arte contemporáneo que muchos “culturosos” encopetados ni
siquiera imaginan que existe!
Por eso me ha
dolido ver a la enorme Dalmacia agobiada por todo tipo de rastreros que pueblan
este medio cultural: el programa nocturno de Aldo Miyashiro, mediocre escritor
de barras bravas, difundiendo risueñamente el incidente, los diarios de la
derecha más ignorante, “Correo” y “Perú 21” , presentándola como una malcriada; me ha
dolido (e indignado) el silencio hipócrita de colectivos feministas que,
siempre prestas a saltar ante la violencia machista, han callado en todos los
idiomas, me ha indignado el saqueo que toda clase de claudicantes hacen de la
palabra “subte” con el único objetivo de obtener prestigio o becas (que
Dalmacia nunca ha perseguido), el aprovechamiento de ciertos locales que, bajo
el disfraz de “culturales”, no persiguen más que el lucro; me irritan los hipócritas
funcionarios de la Municipalidad que hablan de cultura a los cuatro vientos y
dejaron morir, indiferentes, “El Averno” espacio de poesía justamente
inaugurado con un libro de Dalmacia; hipócrita también aquel que subió el video
y se justifica argumentando que ahora Dalmacia es conocida. ¡Hace 30 años
conocemos a Dalmacia!
Pero la poesía
de esta poeta extraordinaria está muy por encima de estas bajezas. Mi
generación te debe mucho, desde estos versos, apenas estos entre muchos, en que
nos dices: “(…) todo está bien/ viene del sol, tu rostro de azúcar/ soledad de
la que nunca está sola/ fuego en la carne mitad bestia/ o la muerte de las
jóvenes en fiera , que es ocuparse de otra cosa que de la vida/ tu rostro viene del humo/ un toque en el cuarto/ que resplandece/ (...)". Un abrazo Dalmacia, gigante Dalmacia.
* Versión completa de la columna "Guerrilla mental" aparecida (resumida) en Miércoles de política, del miércoles 14 de agosto del 2013.
* Versión completa de la columna "Guerrilla mental" aparecida (resumida) en Miércoles de política, del miércoles 14 de agosto del 2013.